miércoles, 9 de diciembre de 2009

Sin título

-¿Y qué hago con esto que siento?- me dijo con los ojitos brillosos por las lágrimas contenidas.

Que difícil se hace veces mantener la ropa interior, las querencias y las ganas en su lugar.

martes, 24 de noviembre de 2009

Sin título 2


Yo sólo quiero coger durante tres horas enteras, así como Dios manda.

martes, 29 de septiembre de 2009

Cursi sin remedio




Siempre me he sabido cursi, pero esto es el colmo. Debo reconocer que me encanta esta canción. Me caso ahora mismo con la primera que me la dedique.


Horror, caos, destrucción. He caído irremediablemente en las comerciales garras del pop. Y qué.
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NADA DE NADA

Quisiera cantarte, una canción que te enamore de mí.
Te diga qué siento, te diga quién soy y cuánto te haré feliz.
Que fueran las caricias, que yo quisiera darte.
Que fueran las palabras, que no me animo a decirte.
Que más o menos sonarían así:

No existe nada que me dé
ni la mitad de todo lo que tú me das
cuando descubres mi mirada.

No cambiaria ni loco tu sonrisa
por todo el mundo,
por nada de nada.

Que ya eres todo, todo lo que quiero yo
y todo lo que pido a Dios.
Te esperaré aquí con paciencia.

No cambiaría un minuto tu presencia,
por todo el mundo,
por nada de nada.

Quisiera cantarte una canción que fuera sólo de ti.
Que con las palabras de los demás no se pueda confundir.
Quisiera que te hiciera, volar alto en el cielo
para que desde allí vieras qué pequeño se hace el mundo
si solo estamos juntos, tú y yo.

No existe nada que me dé
ni la mitad de todo lo que tú me das
cuando descubro tu mirada

No cambiaría ni loco tu sonrisa
por todo el mundo
por nada de nada.

Que ya eres todo, todo lo que quiero yo
y todo lo que pido a Dios
te esperaría aquí con paciencia.

No cambiaría un minuto tu presencia
por todo el mundo
por nada de nada.

No cambiaría ni loco tu sonrisa
por todo el mundo
por nada de nada.

Que ya eres todo, todo lo que quiero yo
y todo lo que pido a Dios
te esperaré aquí con paciencia.

No cambiaría un minuto tu presencia
por todo el mundo
por nada de nada.

Marco Di Mauro
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Como para desgarrarse las vestiduras y sentarse a llorar en la banqueta nomás de ganas.

martes, 22 de septiembre de 2009

Sin título




Tengo ganas de hablar, de decir lo que me brote de la boca sin filtros, sin cortesías. Tengo ganas de contar mis historias y de escuchar historias nuevas. Estoy aburrida y ni siquiera sé de qué.


Tengo ganas de sentirme llena, viva, con fuegos artificiales corriendome por las venas. Tengo ganas de vivir, no de esto que hago que a veces se asemeja demasiado a vegetar. Tengo ganas de nuevas aventuras, de nuevas caras, de ciudades nuevas y excitantes. Casi no logro recordar cuándo fue la última vez que me sentí desempolvada y fresca, esperándolo todo, llena de posibilidades y de sueños.


Hoy tengo ganas de no sonreír amablemente, de no ser simpática y graciosa, de esconderme en mí misma, en mis silencios, en mi melancolía. Tengo ganas de prenderle fuego a mi estúpida manía de ser aceptada y de hacer sentir a los demás de igual modo.


Tengo ganas de ser una ermitaña que viva en una pequeña casita en lo alto de una montaña. Sola, consigo misma. Nadie más. Sólo por un tiempo. Sólo mientras encuentro eso que no sé qué es, eso que no está en las cenas con amigos, ni en el trabajo, ni en la televisión, ni en mis libros, ni en el chocolate o el vino tinto, ni en la voz de Eugenia, ni en las notas de Albinoni, ni en la sonrisa de Ella, ni en mis compras compulsivas, ni en el placer de ser lesbiana, ni siquiera en un cuerpo nuevo que acariciar.


¿Dónde lo habré dejado? ¿En qué momento lo perdí?

martes, 15 de septiembre de 2009

Haciéndole lugar a la tentación




Escucho música sexy bajo el ruido del agua. Salgo de la ducha. Me siento fresca y renovada después de un baño tibio. Estás trabajando a media luz frente a la computadora. Aprovecho el soundtrack y te bailo en cueros mientras me embarro crema por todo el cuerpo: los hombros, los brazos, el pecho, las nalgas, las piernas. Despacio. Quiero que las ganas se te alboroten como a mí. Quiero que me acaricies como yo lo hago.

Levantas la cara de la computadora. Parece que he despertado tu interés. Tal vez te levantes de la silla y vengas a tocarme.

Tal vez me avientes contra la cama y me cojas como si necesitaras ahogarte en mí, desesperada, ansiosa.

Tal vez vengas y bailes conmigo y me acaricies la espalda y el cabello húmedos.

Tal vez me empujes contra la pared y me uses como a una desconocida, como si mi nombre no fuera Amara, sino Brigitte -la prostituta francesa de nuestras fantasías-, como si no hubieran pasado más de cuatro años desde aquella primera y clandestina vez.

Vuelves tu vista a la computadora. -Debes apurarte, tenemos que pasar por Ana- es tu respuesta a mis insinuaciones.

Chingado! Si ni una vieja encuerada, ganosa y dispuesta te despierta las ganas, no imagino qué te las puede despertar.

Grrr

viernes, 11 de septiembre de 2009

Roce



Once de la mañana. Estoy sentada en mi cubículo concentrada en mis pendientes. De pronto un roce. Un simple roce. Se acerca a -no lo recuerdo claramente- preguntarme/pedirme/decirme algo del trabajo y durante un segundo que parece eterno acaricia "accidentalmente" mi brazo con el suyo.
Una descarga recorre mi piel alcanzando mi entrepierna, erizando mis pezones.
Viajo a miles de kilómetros al lugar donde sus manos y labios me llevan...

y sin embargo, de regreso en la realidad, mi corazón sigue en el mismo lugar.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Bonitos 29


Se que tengo 29 años...

porque empiezan a dolerme las rodillas cuando salgo a correr
porque salgo a correr como un deber, no como un placer
porque ya no me es posible vivir a base de tacos, papitas con chile y pingüinos sin que mi cintura lo resienta, o mi grastritis me lo recrimine
porque las injusticias de la vida ya no me lo parecen tanto
porque paso el día con un montón de gente que apenas conozco y que difícilmente significa algo para mí
porque mi vida empieza a los viernes en la tarde y acaba los domingos en la noche
porque sin importar cuanto lo disfrute, no puedo evitar ver de reojo la hora y pensar en lo cansada que estaré mañana
porque cuando veo a los hermanos menores de mis amigas no puedo evitar decir "qué grande estás! yo te conocía desde que eras así!", haciendo un gesto con mi mano
porque a veces (sólo a veces) prefiero dormir a coger
porque mi tocador se llena de cremas y mi vida de rutinas

Benditos 29 años. Me gustan.

viernes, 14 de agosto de 2009

Déjà connue




La había visto antes por ahí. Desde la primera vez que la vi algo raro pasó. No es que yo crea en el amor a primera vista, creo más bien en lo que mi cuerpo me dice y en ese momento la reconoció, no se de dónde ni de cuándo, sólo tuve la certeza de que ella fue un alguien para mi, aunque no lo recuerde.


El otro día me la topé en el baño. El estómago y el corazón me dieron un vuelco. Ni siquiera se su nombre, ni quién es y su presencia me agita las tripas. Bonita chingadera.


¿Por qué me están pasando estas cosas? ¿Por qué la Vida, Dios o Yemayá me ponen enfrente situaciones como esta? ¿Son mensajes o simples casualidades...? Dejaré que la Vida, Dios o Yemayá me lleven por donde tenga que ir.


P.D. Miss Tentación pasó de la insistencia al hostigamiento -agh-. Ahora cambió la estrategia y me está dando "conellátigodesudesprecio" esperando que mi debilucho y facilón ego extrañe los piropos y los levantones y afloje las piernitas. Doble agh. Con lo que me molesta que traten de manipularme. Lo peor es que en el fondo, muy en el fondo -aquí entre nos- medio funciona. Qué puedo decir, me gusta la mala vida.

martes, 28 de julio de 2009

Antojada


Me cuesta compartirme, siempre ha sido así. No me gusta que cualquiera me toque sin que yo lo permita o desee. Es una cosa de confianza producto seguramente de algún trauma infantil olvidado, dirían los especialistas.


Si ser acariciada es difícil, ni hablar de andar juntando mis labios con otros labios. Simplemente no sé besar porque sí -por eso reencarnaré en una piruja sin ataduras corporales-. Lo malo es cuando el deseo anda por ahí, haciéndome cosquillas en la entrepierna y venciendo mis barreras físicas. Me entran las ganas de tocar, de morder, de lamer, de dejarme hacer.


Me invaden los antojos. Antojo de besar sus labios, sólo por probar, sólo por ahogar las ansias de mi cuerpo y terminar (¿empezar?) con esto de una condenada vez. No lo haré, sé bien que no, pero qué ganas, qué ganas...

jueves, 23 de julio de 2009

Rodillas débiles


Maldito ego, es tan débil. No necesita de gran cosa para sentir que se le aflojan las piernas: una mirada, un par de palabras bonitas. Esta semana mi ego ha recibido demasiados piropos como mantener la cordura, y lo peor es que no sé si es una cuestion de vanidad o una consecuencia de la rutina.

Todo empezó con aquel baile inofensivo. La verdad es que la dejé hacer, la dejé acercar su cuerpo al mío en medio de la música y todo bajo la excusa de que su gusto no es correspondido y de que un baile no significaba más que un "pequeño obsequio". Sólo empeoré las cosas. Su insistencia es mayor que antes y entre mi calentura, la ausencia de Ella ahora que está de vacaciones -de su trabajo y de mí-, y las rodillas débiles de mi ego, me ha costado un enorme trabajo resistirme. Sería tan fácil... y tan asquerosamente deshonesto.

Ya lo dije, mi alma es de piruja, no de infiel.

Bendita sea el agua fría.

martes, 21 de julio de 2009

Expectativas




Eran las 2 a.m. Me despertó una punzada en el estómago, dolorosa como un puñetazo. Mi ella de ese momento estaba con un él. Sentía dentro de mi las quemaduras de los celos. Sabía que él la estaría acariciando y besando -era una de esas lesbianas a las que les encanta coger con hombres pero no pueden enamorarse de uno- y que no había nada que yo pudiera decir o hacer, después de todo sólo éramos amantes sin compromiso.


Cegada por los celos -estúpida de mí- le llamé. Por supuesto no contestó.


Me hervía la sangre. Estaba furiosa y desolada a la vez. Tenía la esperanza de que el vernos a diario, salir a diario, coger a diario le impidieran tener deseos de coger con alguien que no fuera yo. Una cuestión de expectativas.


Fue la noche más larga y espantosa de mi vida.

viernes, 17 de julio de 2009

Tentaciones




Esta noche descubrí la fórmula de la infidelidad: un par de cuerpos, un poco de vino, un tanto de deseo y muchas ansias de sentirse deseada.


En realidad fue algo inofensivo, sólo bailamos, pero su manera de tocarme, de rozar mi pecho con el suyo, de recargar su cadera en la mía con el pretexto de la música, de aspirar mi aroma discretamente, de admirar mis ojos bajo la luz de la luna... Me sentí hermosa, apreciada.


Hubiera sido tan fácil. Ella decidió no acompañarme -porquenosomossiamesas- dejándome a merced de mis debilidades y de la tentación que las caricias en el ego significan.


Desearía desenchufarme las ganas de las querencias.

domingo, 12 de julio de 2009

AcosaDOR




Yo no sé que hago, pero de algún modo, siempre atraigo a los acosadores -sí, DORES, no DORAS, si no no me estaría quejando-. Un día como cualquiera estaba tranquilamente trabajando cuando recibí un email de un hombre desconocido saludándome y preguntándome cómo estaba. Sabiendo que no lo reconocería por su nombre, me especificó quién era -"el altote que te saluda"-. Me extrañó un poco pero le contesté que todo bien y que en qué podía ayudarle -o sea, ¿qué se te perdió por aquí?-.

Cabe mencionar que en mi trabajo soy seria y reservada. Saludo con cortesía pero es todo. No me gusta quedarme a platicar por ahí. Había notado que él era, digamos, peculiar. Trataba de sacarme plática pero de una forma medio hostigadora, medio, ¿cómo decirlo amablemente? No sé, rara.

Al poco tiempo de mi respuesta recibí otro email lleno de faltas de ortografía preguntándome por qué soy seria/cortante/poco platicadora -que alguien hable con él, es una pésima idea tratar se acercarse a alguien agrediéndole- y afirmando que le gustaría ser mi amigo y conocerme.

Por obvias y lesbianas razones no tenía, ni tengo, ni tendré las más mínimas intenciones de salir con él, pero no sabía cómo decirlo amablemente, así que demoré mi segunda respuesta. Media hora después recibí otro email en los mismos términos, con las mismas insoportables faltas de ortografía pero hablándome de usted. Tampoco lo contesté. Una rato más tarde otro más, pero ahora disculpándose por ser tan directo/atrevido e insistiendo en sus deseos de ser mi amigo y de tener mi número telefónico.

Cuatro emails en dos horas. CUATRO. Al buen entendedor pocas palabras. Me decidí a detener su insistencia mandándole amablemente por un tubo y explicándole que la amistad surge con el trato, no se busca. El colmo, se ofendió. Me mandó un último email –ahora más breve- disculpándose nuevamente y diciendo que entendía –seguro- mis razones.

Me lo topé horas más tarde y me miró con expresión herida. ¡¿Quién te pidió que te acercaras completo desconocido?! Quisiera que se me notara más lo lesbiana.


Ahora que ya no soy amable y lo evito busca cualquier momento -por absurdo que sea- para sacarme plática y hacer surgir esa mentada amistad, supongo.


Chingado. Cavé mi propia tumba.

lunes, 6 de julio de 2009

Happy Birthday to me!!!



Me gusta mi cumpleaños. Soy como un niña, es mí día. Tengo una cochina tendencia a cuidar a la gente pero ese día no. Es el día de ir a desayunar a mi lugar favorito y de comer pastel de chocolate, aunque a nadie más que a mí le guste. Es el día en que la gente especial de mi vida me llama o me mensajea para felicitarme.

Este domingo hice todas las cosas que me gusta hacer en mi cumpleaños pero el resto del fin de semana fue un reverendo caos -como todo lo que se planea-: tuvimos un problema con la tubería de la regadera por lo que pasamos el fin de semana sin agua para bañarnos, mendigando una regadera; el aire acondicionado tuvo algunas fallas, así que padecimos el calor por momentos; hubieron elecciones, y por supuesto, ley seca desde las 12 de la noche del sábado -maldito rancho retrógrada-; maravillosamente me cayó un amigo gay de visita, lo malo es que venía con una ex-compañera de trabajo ultrarreligiosa, ultrahomofóbica y ultraignorante de nuestras preferencias "especiales", por lo que como un favor a él tuvimos que escondernos en el clóset por un tiempo.

Por lo demás lo pasé muy bien. Vientinueve no es tan mal número después de todo.

viernes, 3 de julio de 2009

Lady Burton




Esta tésis está costándome mucho más de lo que nunca imaginé. Estoy apenas reuniendo información, leyendo libros, preparándome para entrevistar pacientes terminales y en cada página quiero ponerme a llorar.


En este momento leo un libro sobre -hasta es duro escribirlo- la muerte de un niño. La autora es maravillosa y muy reconocida y presenta un concepto hermoso sobre la muerte pero sigo sintiéndome abrumada de sólo imaginar el dolor de los padres.


Me pregunto por qué necesito tanto estudiar este tema. ¿Será para superar mi propio temor a la muerte? La otra noche me desperté angustiada por una pesadilla en la que veía mi propio fallecimiento. No me asustó el hecho de morir, sino el de no vivir y peor aún, el de no despedirme de las personas que están en mi corazón. Fue horrible y angustiante no poder decirles adiós.


Esta condenada tésis me está transtornando. ¿Por qué no elegí otro tema, algo así como "el problema de rotación de personal de la industria automotríz de Ciudad Rancho Grande"?


Me estoy ganando otro apodo: Lady Burton.

Hoy no sé


Hoy no sé... El corazon avisa cosas, lo malo es que no suele ser claro. Algo, hay algo; lo sé, lo siento. Odio esta cosa mitad habilidad, mitad maldición. A veces me invaden certezas que no entiendo y de las que desconozco su procedencia. Ella me llama "niña índigo" o "señorita sabelotodo" y yo detesto ser así. Quisiera no tener estas extrañas sensaciones y andar inocente por el mundo recibiendo las novedades así nomás.


Sería más fácil enterarme de que me mienten al final, como todo buen engañado, no al principio. Por otro lado, es muy difícil discutir usando una sensación como argumento, así adquirí mis apodos.


Yo creo que más que bruja soy una buena observadora que prefiere no ver y a la que su instinto le obliga a voltear.


Hoy no sé. Hoy sólo sé que hay algo, solo que no sé qué es. Tal vez lo sé antes que Ella misma.

sábado, 27 de junio de 2009

Mujer maravilla


Pensaba escribir sobre lo celosa que me siento de la forma cursi y empalagosa en la que el novio de una amiga mía le pidió matrimonio.
Pensaba explicar que no es la boda, la iglesia, el vestido o el reconocimiento social lo que anhelo.
Pensaba declarar mis deseos de encontrar una mujer maravilla capaz de leer mi mente y de descubrir en ella mi necesidad de sentirme amada -a pesar de lo independiente, autosuficiente, educada-en-una-escuela-"nice" y hippie que a veces creo ser- y de medir ese amor por medio de cenas románticas y regalos de cumpleaños imaginativos.
La vida le dio una patada en el culo a mi pendejez. No sé si me conformo con poco o si es simplemente que uno debe aceptar al otro tal y como es. "Hechos son amores, no buenas razones" diría mi querida tía Gertru.
Sé que nunca me sorprenderá con un gesto romántico el día de mi cumpleaños y que muy probablemente me regale el pago de mi tarjeta de crédito, o peor aún, un aparato electrónico que le encante.
Sé que es genéticamente incapaz de consolarme cuando estoy triste o preocupada, que terminará diciendo cosas que me harán sentir peor y que su increíble torpeza emocional me hará reír de pura amargura.
Sé que algún día esa necesidad suya de sentirse deseada por otras mujeres me hará sufrir -y que no lo entenderá-.
Pero sé también que si un día vuelvo a caminar en sandalias por el desierto como parte de una aventura absurda, me dará sus calcetines con tal de hacerme el paseo menos doloroso.

Sin título #2


Gracias al trabajo de Ella tengo desde hace más de un año, espacios de soledad programados: uno de cada tres días con sus noches no tengo más compañía que yo misma, cosa que disfruto enormemente -después de un año de compartir techo y cama, la soledad se convierte en un bien preciado-. Yo no sé si estoy más atenta a las cosas que pasan en mi alrededor en esos momentos o qué, pero he notado que cuando Chole es mi única amiga las cosas más curiosas me pasan. Hoy tuve dos eventos de ese tipo.
Esta mañana después de hacer algunos pendientes decidí invitarme a comer comida china. Como es costumbre, al final de la comida me trajeron una galletita de la suerte. Meditaba sobre la oscuridad del tema que elegí para mi tésis -enfermos terminales de todas las edades- y lo duro que está resultando para mí, cuando la abrí distraída. El mensaje dentro me sorprendió: "Guarda tu cara a la luz del sol y nunca veas la sombra".

Yo sé que muy probablemente sólo sea una mala traducción de algún proverbio chino pero lo sentí como mensaje directo. Justo anoche leyendo acerca del proceso que viven los niños cuando mueren empecé a reflexionar sobre mi propia partida. Aunque la autora describe la muerte como un proceso de transición lleno de luz, en momentos es inevitable para mí sentirlo como algo duro, oscuro y doloroso. ¿Será que Dios, el Universo o Yemayá tratan de decirme que estoy en un error?

Más tarde decidí hacerme otro regalo: más libros -jaja empiezo a pensar que soy rara-. Cuando estaba en la caja pagando mis nuevas adquisiciones me llamó la atención un tríptico: una escuela de escritores los sábados. El corazón empezó a latirme más rápido y mariposas invadieron mi estómago. ¿Yo, escritora? He de confesar que en algún momento pensé en escribir pero uno conoce sus limitaciones y sé que soy definitivamente mediocre -pero valiente-. Por otro lado, ¿aún no termino la maestría y ya quiero estudiar otra cosa? ¿Puedo combinarlo todo? ¿Y mis planes de estudiar otra carrera? ¿nunca dejaré de estudiar? Más importante aún, ¿será esta la respuesta de Dios, el Universo o Yemayá a qué-hacer-conmigo-y-con-mi-vida?

Debería ver más televisión.


"Cuando pienso que te fuiste,
negra sombra que me asombras,
al pie de mis cabezales,
vuelves haciéndome burla.

Cuando imagino que te has ido,
en el mismo sol te me muestras,
y eres la estrella que brilla,
y eres el viento que sopla.

Si cantan, eres tú que cantas,
si lloran, eres tú que lloras,
y eres el murmullo del río
y eres la noche y eres la aurora.

En todo estás y tú eres todo,
para mí y en mí misma moras,
no me abandonarás nunca,
sombra que siempre me asombras".

Negra sombra, Rosalía de Castro

viernes, 26 de junio de 2009

"...Viajar a Calcuta... ¡volverme bien puta!"


A veces me pregunto cómo sera andar de cama en cama, de cadera en cadera, despertar cada día con un cuerpo distinto, sin que importen los nombres, las costumbres, las profesiones o las expectativas. Debo confesar que nunca lo he hecho y ahora que estoy acercándome a los 30 dos preguntas me invaden: 1. ¿Qué chingada cosa mas importante que coger pudo ocupar mi mente durante los años de mi adolescencia?, y 2. ¿Cómo será ser bien puta? La verdad es que siempre he sido una ñoña cursilona que, aunque bastante calenturienta, siempre necesitó de al menos un par de citas para coger como Dios manda: con la mente y el cuerpo puestos en el mismo lugar.

Cochinos aprendizajes culturales. Por años creí que coger sin amor era impensable, imposible, horroroso, horripilante. Años enteros perdidos. Eso sí que es horroroso.

Si el karma me lo permite y no termino reencarnando en cucaracha -lo que sea menos cucaracha o político, que para el caso es lo mismo- voy a ser una puta con mucha voluntad. Voy a coger con montones y montones de desconocidas -lesbiana hasta la reencarnación, eso que ni qué-, voy a acariciar y saborear cuerpos de todos los colores y sabores, voy a llenar mis noches de pasión, de calor y de sudor; voy a guardarme los sentimientos para después y a tirar a la basura las enseñanzas de mi amada madre; mi uniforme serán un par de tacones de aguja y medias negras de red.

Ya sé que hablo como si tuviera 200 años pero tengo mis razones. Primero, mi amada madre hizo un excelente trabajo instalándome la decencia y la buena conciencia, y arruinándome irremediablemente con ello; segundo, difícilmente este cuerpo de 29 años lograría las adeptas que pudo haber conseguido a los 15 si no fuera por el punto anterior; y tercero, tengo la libertad voluntariamente secuestrada -tengo alma de piruja no de infiel-, así que tendré que hacer muchas cosas buenas para que el karma sea benévolo y en mi próxima vida me obsequie la belleza de una Aishwarya Rai de ojos negros, digo, nomás para facilitar el trabajo.
¡Así sea!

jueves, 25 de junio de 2009

29



Yo no sé si es el alcohol en mi cuerpo pero en este momento me siento nostálgica. Es una nostalgia extraña. ¿Cómo puede extrañarse aquello que sólo está en la mente, eso que no es más que una fantasía producto del tedio, la costumbre o la necesidad de vivir cosas nuevas? Como dice la canción que me contagió una querida amiga, "no hay nostalgia peor que añorar lo que jamás sucedió".


Me imagino en otra ciudad, en otra cama, en otros brazos, con otra historia... Es raro, porque lo que tengo es bueno, es estable, y según dicen, lo estable es bueno, es sólo que a veces se me antoja tener una vida más excitante, con más pasión, más intensa; acariciar más pieles, enredarme en otras cabelleras... ¿Será que todo esto es porque mi cumpleaños 29 está a la vuelta de la esquina?


Veintinueve años... Hace 10 estaba segura de que a mi edad tendría la casa de mis sueños, el trabajo de mis sueños y el auto de mis sueños. Me veía hermosa, exitosa, viajando por todo el mundo, con enormes trasnacionales peleándose por mis habilidades. La verdad es que no he logrado nada de eso y lo peor es que me chocan las grandes trasnacionales y tener un trabajo que aunque me da buenos ingresos, no me apasiona. Creo que lo único que los años han logrado es hacerme más hippie.


Fantasear es delicioso. Es como estar enamorada de manera platónica: la persona de la imaginación es más hermosa, más sexy, más lista, más interesante, más divertida, más culta... Es ni más ni menos, como admirar el pasto del vecino. Habría que estar ahí...

martes, 23 de junio de 2009

Sin título #1


Un día, quién sabe como, apareció en mi departamento. Me maullaba melosa pidiéndome ¿comida? ¿calor? Era hermosa: blanca y peludita. Se veía tan pequeña e indefensa que no quise insistirle en mi invitación a salirse por donde se había metido. Dudo que hubiera servido de mucho, de algún modo me adoptó como su dueña.

No es que sea fan de las mascotas, tienen demasiadas necesidades y yo pocas ganas de satisfacerlas, pero ella me convenció de que no me necesitaba gran cosa. Me esperaba al llegar del trabajo, me ronroneaba y me hacía compañía sin pedir más que un poco de comida. Su presencia me provocaba una sensación cálida en el pecho, como esa que me da cuando empiezo a querer a alguien nomás por querer.

Un día al muy poco tiempo de haberme invadido la casa y los afectos, la muy infeliz se enfermó. Yo no sé mucho de gatos, pero creo que lo que le pasaba era raro. Tenía algo así como un tumorcito en el cuello. Me partía el corazón verla sufrir y me llenaba de felicidad pensar que -cosa increíble, con mis cuidados- estaba sanando. Un día no volvió más. Creó que se fue mucho a morirse a otra parte. Aún la extraño un poquito, aunque nunca supe ni su nombre.

Pensando en mi tésis -sobre las experiencias de los enfermos terminales ante su cercanía a la muerte- empecé a pensar en ella. A veces pienso que se instaló en mi vida para darme una lección sobre cómo morir, así nomás, viviendo.

"La casa me protege del frío nocturno, del sol del mediodía,
de los árboles derribados, del viento de los huracanes,
de las asechanzas del rayo, de los ríos desbordados,
de los hombres y de las fieras.

Pero la casa no me protege de la muerte. ¿Por qué
rendija se cuela el aire de la muerte? ¿Qué hongo de las
paredes, qué sustancia ascendente del corazón de la tierra
es la muerte?

¿Quién me untó la muerte en la planta de los pies el
día de mi nacimiento?"

(Jaime Sabines)

lunes, 22 de junio de 2009

Corazones en cachitos


Me parece que la música dice mucho de la persona que la escucha. En mi caso dice, por ejemplo, que me encanta cortarme las venas, desgarrarme las vestiduras, tirarme al drama pues. Por eso y por el puro y exhibicionista afán de compartir un poco de mí, les paso una muy muy muy breve lista de las canciones que de un modo u otro, me acarician el corazón –sí, hasta las más "nacas" lo logran-.


Favorita de toda la vida, de todos los tiempos: Adagio en Gm, Albinoni

Para ahogarse en llanto: Pero no te extraño, Liliana Felipe

Qué miedo enamorarse: Ah, fors'e lui, La Traviata, Maria Callas

Triste, triste, triste: Después de ti, Alejandro Filio

Reproche adolorido: Aprendiz, Malú

El placer de tener la razón: Un año de amor, Luz Casal

Para ponerse hasta el moño: Amigo mesero, Conjunto primavera

Para coger: ¿Y el amor?, Eugenia León

El drama en todo su esplendor: Nostalgias, Eugenia León


Piel de gallina: Lacrimosa, Réquiem, Mozart

Salud por las decisiones postergadas pero definitivas: Amarga Navidad, Lila Downs

Tú te lo pierdes –pero mejor no te vayas-: La diferencia, Juan Gabriel

Sexy. Punto. Lía, Ana Belén

Ni falta que hace entender lo que dice: Negra sombra, Luz Casal

Deliciosa y sensual: Con la frente marchita, Adriana Varela

Qué mujer. Mala, Susana Zabaleta

Para sentarse a llorar en la banqueta: Borrachita, Regina Orozco

Sufre móndriga: Como tú, Lupita D'Alessio

No me gustan las mujeres


Yo no sé si estoy loca o qué, pero hoy me he dado cuenta de algo: no me gustan las mujeres, me gustan las lesbianas. Y es que las lesbianas -con sus excepciones, claro- tienen cierta "entronería", fuerza, seguridad e independencia que me parece tremendamente sensual.

No me malentiendan, tengo amigas bugas maravillosas, realmente especiales, es sólo que no lo saben. Tienen miedo a estar solas pero no por la soledad en sí, sino por temor a no adquirir el valor y reconocimiento que una relación con un hombre les da -de nuevo, vivan las excepciones-.
Esta "cosa" lesbiana tan sexy no es una cuestión de qué zapatos usar, o de maquillarse o no, o de usar el cabello largo o corto; es más bien una forma de presentarse ante el mundo diciendo: "Aquí vengo y al que no le guste, que mire hacia otro lado".

Me gustan, me encantan las lesbianas.

jueves, 18 de junio de 2009

Malditos comerciales de leche Nido


La verdad es que no tengo gatos porque no me gusta que nadie dependa de mí. Un día tuve un cactus y lo ahogué. Después una gatita me adoptó, me obligó a quererla y cuidarla y se murió -esta vez sin ayuda-. Y es que aún con mis pasadas experiencias cuidando seres vivos, de vez en cuando empieza a sonarme la re-cochina alarma biológica. En ocasiones me sorprende mientras veo un comercial de leche en polvo en la televisión, o cuando mi sobrino de 2 años -engendro maléfico- me saluda sonriente llamándome por mi nombre aunque sólo me vea de vez en cuando.

En realidad no me gustan especialmente los niños, es sólo que a veces tengo curiosidad por conocer a la hija que se me aparece en sueños, hermosa, de ojos y cabello negro como el mío.

Siendo tan lesbiana como soy, encuentro un poco complejo eso de tener hijos. Primero, eliminar las barreras de la famosa "homofobia internalizada" que me hace pensar que ser hija de un par de jotitas es algo demasiado duro para un niño en una recochina sociedad homofóbica como esta; segundo, superar la flojera que me da el sólo pensar en dejar mi hermosa vida adulta llena de copas de vino y música hasta altas horas de la noche, de viajes inesperados y de posibilidades de hacer lo que me venga en gana; tercero, encontrar a la mujer con la que tener un hijo sea una certeza -digo, traer una persona a este mundo no es cualquier cosa-; y cuarto, resolver los detalles de cómo (medios naturales o artificiales) o con quién (por pura biología tiene que haber un padre), eso sin considerar todo lo que empieza cuando un nuevo humanito llega a la vida de alguien...

Tal parece que pensar es un excelente remedio contra las alarmas biológicas. La mía justamente dejó de sonar.

lunes, 15 de junio de 2009

Hubiera



Me gusta tirarme al drama -creo que ya ha quedado claro-, me gusta el drama de las vidas de los otros, sus historias, sus ideas, sus anécdotas. Precisamente en uno de esos arranques de "metichez" mía empecé imaginar la historia de mi Tía Ruperta, lesbiana de closet, madre de 3.


Tía Ruperta es una de las hermanas menores de mi madre y desde que tengo memoria, he pensado que es especial. Cuenta mi mamá que cuando eran niñas, Ru era una escuincla "chirota" que se la pasaba trepada en los árboles y jugando con los niños de la colonia como otro niño más, mientras que las vecinas cuchicheaban sobre su "machorrez".

Al llegar a la adolescencia, Tía Ru empezó a convertirse en una hermosa -y masculina- mujer que ocultaba sus nacientes senos con un andrajoso abrigo del abuelo.
Quién sabe cómo o por qué, Ru se casó con un hombre alto y barbudo con el que procreó 3 hijas y un peculiar matrimonio de roles invertidos. Si bien la boda silenció a los chismosos mi tía nunca dejó de ser una machorra bohemia, malhablada, aventurera, fuerte e independiente, y no es que todas las lesbianas seamos así, es sólo que ella lo es.

A veces imagino historias de amor irrealizado entre ella y alguna amiga o vecina, o mejor aún, amores clandestinos. Me pregunto qué hubiera pasado de haberse atrevido a estar con una mujer. Me hubiera allanado el camino, claro, pero ¿qué habría sido de su vida? ¿Sería una mujer más feliz y más plena con aventuras interesantes, tal vez viviendo en París o en Perú? ¿O hubiera quizá padecido su tortillez en el exilio? Quién sabe. Bendita felicidad que se desparrama por más de un lugar.

Dudo que haya acariciado la piel de una mujer, aspirado el aroma de su cabello, o visto su rostro en el momento justo de venirse... No hubiera encontrado escapatoria.

sábado, 13 de junio de 2009

¿Cómo?


¿Cómo puedo extrañar a alguien que conozco apenas?
¿Cómo es que deseo escuchar su desconocida voz?
¿Cómo es que anhelo saber más de ella nomás por saber?
¿Cómo es que recordarla provoca una tibia sensación de bienestar en mi pecho?

Las mujeres estamos locas y las lesbianas más.

"Es la sombra del agua
y el eco de un suspiro,
rastro de una mirada,
memoria de una ausencia,
desnudo de mujer detrás de un vidrio".
(Jaime Sabines)

viernes, 12 de junio de 2009

Inconformidad crónica




Estoy agotada. Odio ser la nueva, odio no sentirme segura de nada de lo que hago -precisamente por ser la nueva-. Estoy harta de la etapa de búsqueda de aceptación en la que me encuentro: detesto las sonrisitas nerviosas, forzadas, tensas. No soporto sentirme estúpida por entender la mitad de las cosas que me preguntan.


Esta es mi tercera semana en mi nuevo trabajo. Cada vez que me quejo de lo cansada que me siento, me repito una y otra vez que soy afortunada, pero a veces me cuesta convencerme de ello. Creo que soy una inconforme crónica.


El primer trabajo de mi vida adulta era flexible tanto en horario como en actividades. Entraba tarde, podía salir a comer fuera de la oficina, pero no había una clara definición en qué y cómo hacerlo, además las metas económicas altas que tenía lo hacían estresante -nada equiparable a la remuneración que recibía-. Aquel primer trabajo tenía enormes ventajas, pero no, no podía conformarme así que le pedí a Dios, el universo, la madre tierra, la vida o lo que sea, un trabajo "estructurado" y así ocurrió.


Poco tiempo después de anhelar un cambio se me presentó la oportunidad de entrar en la industria automotriz. Adiós salidas a comer, adiós horario flexible, adiós luz del sol, adiós compañeros de trabajo amables y relajados. Los primeros días tenía ganas de golpearme contra las paredes de pensar en las horas de trabajo que me faltaban. La comida era horrible y me caía fatal pero el salario era del doble de lo que originalmente percibía aunque el trabajo era totalmente repetitivo. Los lunes eran iguales a todos los lunes, los martes a los martes, etc.


Finalmente me aburrió ser un número y no una persona así que pedí trabajar en una empresa más pequeña, más cálida. Así llegué a mi trabajo siguiente. Un caos. Los horarios eran un poco más flexibles, pero al ser una empresa mediana, éramos pocos empleados "multidisciplinarios" -palabra bonita que significa "milusos"- así que tenía muchísimo trabajo todo el tiempo. El ambiente era bueno, hice un par de amigos, pero mi jefe era una hermosa mezcla de mezquino, inseguro e incapaz. Fue entonces cuando desee un verdadero cambio, unas "vacaciones", tal vez. Coincidió con que a mi concubina su trabajo la obligó a mudarse así que abandoné mi trabajo y mi independencia económica y me fui tras ella.


Al principio fue delicioso. Ver el sol, tener tiempo de cuidar mi cuerpo y mi salud, dormir hasta tarde, cocinar. Luego empecé a sentirme hueca, aburrida y "aburridora". Las noticias más relevantes de las que podía hablar eran la subida del precio del tomate y lo eficiente que el cloralex es con las manchas. Gracias a mi maldito ego incapaz de conformarse a ser la "esposa" de alguien, empecé a añorar mi trabajo caótico, levantarme temprano, el estatus de ser la "encargada" de algo y sobre todo, mi libertad económica.


Una vez más se cumplió mi deseo. Volví a una empresa para la que soy un número, en la que tengo que seguir un horario estricto, pero en la que soy responsable de algo y que finalmente me regresó la posibilidad de comprar lo que me de la gana sin dar cuentas a nadie. Aún así me siento agotada y nofeliz.


Quejarme es definitivamente mi deporte favorito.

lunes, 8 de junio de 2009

De quejas y quejidos



Qué frustrante es tener más ganas, ser más caliente y querer coger más que la susodicha en cuestión. Las cosas no siempre fueron así. Hubo un tiempo en que coger era tan prohibido que solíamos hacer viajes especiales, con velas, vino, cerezas y demás ocurrencias nomás para pasar horas y horas cogiendo hasta que se nos acalambraran las piernas. Conocimos todos los moteles de la ciudad: los bonitos, los feos, los baratos, los caros, con muebles de cemento, con los controles remotos pegados al buró, con puertita para juguetes y alimentos, con jacuzzi, con moscas, con manchas de dudosa procedencia, con espejos en los techos, etc., etc. Qué tiempos aquellos.


Ahora nuestra vida sexual se reduce a mí acosándola para tocarla, a mí acosándola para que me toque, a mí utilizando alguno de nuestros juguetes, a mí comprando juguetes, a mí comprando disfraces para hacer bailes provocaticos y a ella diciéndome que no en el instante justo de acariciarle un pezón. ¿Será que las ganas caducan igual que el amor? ¿O será que una cosa va de la mano de la otra? ¿O será que soy ninfómana? Tal vez es sólo que mi deporte favorito es quejarme. Bueno, en algún lugar tengo que hacerlo.

domingo, 7 de junio de 2009

Tregua



"No quiero convencer a nadie de nada. Tratar de
convencer a otra persona es indecoroso, es atentar contra
su libertad de pensar o creer o de hacer lo que le dé la
gana. Yo quiero sólo enseñar, dar a conocer, mostrar, no
demostrar. Que cada uno llegue a la verdad por sus propios
pasos, y que nadie le llame equivocado o limitado. (¡Quién
es quién para decir "esto es así", si la historia de la
humanidad no es más que una historia de contradicciones y
de tanteos y de búsquedas?)

Si a alguien he de convencer algún día, ese alguien ha de
ser yo mismo. Convencerme de que no vale la pena llorar, ni
afligirse, ni pensar en la muerte. "La vejez, la enfermedad
y la muerte", de Buda, no son más que la muerte, y la muerte
es inevitable. Tan inevitable como el nacimiento.

Lo bueno es vivir del mejor modo posible. Peleando, lastimando,
acariciando, soñando. (¡Pero siempre se vive del mejor modo
posible!)

Mientras yo no pueda respirar bajo el agua, o volar (pero de
verdad volar, yo solo, con mis brazos), tendrá que gustarme
caminar sobre la tierra, y ser hombre, no pez ni ave.

No tengo ningún deseo que me digan que la luna es diferente
a mis sueños".
(No quiero convencer a nadie de nada. Jaime Sabines)

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Hemos firmado una tregua. Que dure mientras dure.

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jueves, 4 de junio de 2009

Cuando tengas ganas de morirte


Cuando tengas ganas de morirte
esconde la cabeza bajo la almohada
y cuenta cuatro mil borregos.
Quédate dos días sin comer
y verás que hermosa es la vida:
carne, frijoles, pan.
Quédate sin mujer: verás.

Cuando tengas ganas de morirte
no alborotes tanto: muérete
y ya.
-Jaime Sabines-
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Yo no sé de qué me quejo si hace tiempo fui yo la causante de las mariposas que hicieron a otra llorar.
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miércoles, 3 de junio de 2009

Nomás un ratito te voy a pelar


Abrí por fin la botella. En este momento me la bebo sola escuchando a mi querida Liliana una y otra vez. No sé si quiero ahogar el enojo o la tristeza; peor aún, no sé si enojarme o ponerme a llorar en la banqueta, como niña.
"Estoy como el caño de un baño, mojada por dentro, seca al revés".

No sé qué hacer. A Miella -si es que aún debo llamarle de ese modo- las mariposas de su estómago la guían hacia otros ojos, otra sonrisa y otro cuerpo. No demasiado como para hacerme el favor de irse a la chingada, sólo lo suficiente para instalarme en el limbo, sin saber si se queda por amor, culpa, soledad o por qué.

Soy absurda. Tan zen y tan sabeloto, no puedo evitar que me hiera no ser la dueña de esas miradas y sonrisas que los insectos en su interior ocasionan. Me pudre no serlo más.

Lo supe. Siempre. Nunca lo reconoció y eso me daba esperanzas de estar equivocada pero ayer lo vi. Qusiera no tener los pelos en la mano.

Dice que me ama y yo no puedo concebir un amor en cachitos. Eso no es amor, son chingaderas.

"Te voy a arrancar los pelos nomás por celos
y te voy a dejar pelona
como pelota
pelo a pelo y a veces
te voy a arrancar mechones.

Nomás un ratito
te voy a pelar".

domingo, 31 de mayo de 2009

Te lo debo a tí


Me has enseñado tú
tú has sido mi maestra
para hacer sufrir.
Si alguna vez fui mala
lo aprendí de tí.

No digas que no entiendes
cómo puedo ser así.
Si te estoy haciendo daño
lo aprendí de tí.

Me has enseñado tú
maldigo mi inocencia
y te maldigo a tí.
Maldita la maestra
y maldito el aprendiz
maldigo lo que hago
y te lo debo,
te lo debo a tí.
(Alejandro Sanz)

Yo la quería. La amé con el corazón tierno de las 19 primaveras. La amé y la esperé por 6 años, los más dulces y más amargos de toda mi vida. Creo que la lloré un mar o por lo menos un charco grande. Si ella me amaba yo era feliz, los cielos más azules y los árboles más verdes. Todo era hermoso y brillante. Si ella me rechazaba no podía ni respirar ni pensar ni vivir. Mi vida era ella. Estúpida y joven Amara.

Amanda era muchos años y muchas experiencias mayor que yo. La admiraba como a nadie. Lo hubiera dejado todo por ella. Creo que en el fondo había en ella una veta sádica. A veces hasta pienso que disfrutaba de herirme desapareciendo de mi vida, dejándome en ascuas. Simplemente no volvía a saber de ella por días o semanas. Mi corazón tierno de 19 años se moría de angustia. ¿Y si algo le pasó? ¿Y si no puede comunicarse? ¿Y si está enferma? ¿Y si me necesita? Qué va. La muy infeliz necesitaba simplemente "su espacio".

Una de esas desapariciones se cruzó con mi cumpleaños. Por alguna razón esta fecha es especialmente significativa para mí ya que todos los que me quieren se acuerdan de mí, aunque sea sólo para felicitarme. Ella no se acordó. Ni una llamada, ni un mensaje, nada. Me rompió el corazón. Fue la bendita gota que derramó el vaso y que me terminó de tumbar la venda de los ojos.

Cuando hubieron pasado más días de los que yo hubiera esperado para buscarla y devolverla a mi vida empezó a llamarme una y otra vez. Nunca me había llamado tanto. Nunca había tenido el valor suficiente para ignorar sus llamadas. El hechizo estaba roto al fin.

Un día pasó lo imposible. Me la encontré saliendo del trabajo.

-¿Cómo estas?- me preguntó.
-Bien- contesté incómoda de topármela cuando pensé que no volvería a verla nunca más.
- Te extraño- me dijo tratando de reconocer en mí a la Amara de antes.
- ¿Por qué no me hablaste en mi cumpleaños?- pregunté con curiosidad más que tristeza.
- No sé... por pendeja.

Exacto. ¿Qué más había que decir? Intentamos salir un par de veces más pero no funcionó. Mi corazón estaba lleno de callos y cicatrices. Al final la que desapareció sin avisar y sin remordimiento alguno fui yo.

Esta canción me la recuerda. A veces quisiera volver amar así. ¿Qué se le va a hacer? C'est la vie.

viernes, 29 de mayo de 2009

Ojos que no ven, corazón que no siente


Los finales se anuncian, nunca caen de sorpresa, es sólo a veces duelen tanto que uno prefiere fingir que no ve.

Las señales están ahí, obvias para el que las quiere ver, invisibles para el que no.
¿Qué hacer? Duele decir adiós.

Ojalá fuera una de esas verdades que al no traducirse jamás en palabras, dejan de existir.

jueves, 28 de mayo de 2009

Pero no te extraño


Pero no te extraño, hay veces que sueltan,
dentro de mi cuerpo, todos los delfines y
dos lobos marinos y como diez pingüinos
a hacer de las suyas creyéndome tuya
y yo no te extraño, me da mucha sed,
hasta que las bestias se duermen al bies.

Y me duermo sola, sin pijama en bola,
como la Inesita, que dormía sola di
dicen los que la aman, yo
yo digo que dicen
los que no pudieron meterse en su cama,
yo creo que Inés quiere dormir sola,
aunque un regimiento se postre a sus pies.

Que es distinto a vos, porque esto es de a dos,
con tu regimiento me agarra la tos.
Pero no te extraño, deben ser los años,
o los desengaños, los lobos marinos que
que comentan siempre nues,
nuestro desatino
y yo no te extraño, estoy como el caño,
el caño de un baño, mojada por dentro
y seca al revés.

Mejor me retiro, te mando un suspiro
repleto de a veces, de amor y trasluz,
para cuando quieras elegir amores
sin promiscuidades como el avestruz,
que come y que traga y esconde el pescuezo
como si nomás le cantara yo a eso.

(Liliana Felipe)

miércoles, 27 de mayo de 2009

En cueros

Estoy aburrida, viendo un programa insulso en la televisión. Acabo de ducharme. Estoy perfumada y limpia y Miella duerme. Siento este agujero dentro de mí que no encuentro cómo llenar. Pienso en la hora y en que debo dormir pronto porque mañana tengo madrugar para ir al pseudo-gueto en el que trabajo y me deprime la idea no sólo de la oficina, sino de dormir. Aún no empieza mi jornada de mañana y ya quiero que acabe pero ¿para hacer qué? ¿Ir al cine? ¿Salir a cenar? ¿Regresar a casa a ver televisión? ¿Dormir y esperar a que todo empiece de nuevo? Debe haber algo más. Extraño a mis amigas jotas, extraño las pláticas con una cerveza o una copa de vino. Tengo desde hace un par de meses una botella de vino que no he abierto por no bebérmela yo sola escuchando a Chabela a Liliana o a Eugenia. Creo que extraño la intimidad y la calidez de una mujer. Extraño la excitación de sentirme deseada. ¿Será que me he aburrido de la estabilidad? ¿O será tal vez que como Miella dice nuestra relación tiene descompuesto el termostato? Tal vez sólo sea la crisis de los 30.

Puñalada trapera


Eran las 4 de la tarde de un día de trabajo regular cuando sentí que la sangre abandonaba mi cuerpo para mudarse a mis pies. En mi buzón de entrada tenía un correo electrónico de ella.

“Tenemos que hablar. Nos vemos en mi casa a las 7:00pm”.

Había deseado y temido este momento. Con las manos temblorosas le contesté confirmándole mi presencia. ¿Qué querría de mí? Una explicación, claro, pero ¿es que hay alguna manera de explicar una traición?

Llegué puntual a la cita. Estacioné mi automóvil afuera de su casa y sintiendo mis piernas como de chicle, me acerqué a su puerta y toqué el timbre. Me recibió muy sonriente, lo que sólo aumentó mi culpa, aunque no puedo negar que me tranquilizó un poco. Entramos en su pequeño pero inmaculado departamento y subimos al cuarto de la televisión, lugar accesible únicamente para las personas de mucha confianza –que horrible ironía-.

-Ay Amara, pues ¿qué pasó?- me preguntó una vez que estuvimos sentadas cómodamente.

¿Qué paso? Pasó que me enamoré de tu mujer. Pasó que se enamoró de mí. Pasó que te rompimos el corazón engañándote durante meses. Pasó que te robé lo que más amabas, la única persona a la que permitiste la entrada. Pasó que tú y yo éramos amigas.

¿Cómo confesarle que cuando ella salía de viaje por negocios su novia y yo pasábamos horas y horas haciendo el amor en hoteles de mala reputación? ¿Cómo explicarle que cuando salíamos en grupo solíamos excitarnos acariciándonos las piernas mutuamente por debajo de la mesa? ¿Cómo decirle que luché y luché contra este sentimiento y que nada pude –o quise- hacer? ¿Cómo hacerle saber que amo a su mujer y que soy feliz a su lado? ¿Cómo expresar el dolor de la culpa que me carcome y que me hace esperar que en cualquier momento el karma haga lo suyo?

-No sé Anna, sólo pasó-.

Fue lo único que atiné a contestar.

martes, 26 de mayo de 2009

Púrpura


Un nudo en el estómago. Lo descubrieron, y ahora las separarían enviándolas seguramente -que ironía- a conventos. Estarían lejos la una de la otra, a días y días de distancia en caballo. Le dolía el corazón, el alma. Era su última vez juntas. Se encontraron como siempre en el jardín parcialmente oculto por las ruinas de la vieja iglesia. Tenerla tan cerca y pronto tan lejos... apenas podía respirar.

Su aroma, la suavidad de sus manos, la dulzura de sus labios, el amor en sus ojos. Tenía que acariciala, aunque fuera por última vez. En el cielo púrpura, las estrellas lloraban su despedida. ¿Qué podía haber de malo en amarla?

Esa noche se acariciaron, como siempre, como nunca, por última vez.

lunes, 25 de mayo de 2009

Null


6:50 a.m. Estaciono mi automóvil y me dirijo apresurada a la puerta de la planta para la que (desde hace dos días) trabajo. Dios no permita que llegue tarde, podrían castigarme y "obligarme" a entrar a las 6:30 a.m. durante un mes.

6:53 a.m. Hago fila con el resto de los empleados "de confianza" para pasar mi gaffete por los checadores y comprobar no sólo que llegué, sino que lo hice a tiempo. Me siento como un borrego entrando a su corral.

6:55 a.m. Camino por los pasillos de la trasnacional dirigiéndome a mi lugar. Tengo que cuidar no salirme de la raya amarilla, es por "mi propia seguridad y la de los míos". Somos una bola de humanos que apenas levantan la cara para murmurar un buenosdías. Pocas veces me he sentido tan nulificada.

7:10 a.m. Me dirijo a la sala de juntas en la que estoy recibiendo un "curso de bienvenida" acerca de las políticas de la empresa. Qué maravilla. Todo un curso sobre como eliminar la creatividad: procedimientos estándar, hojas de trabajo estándar. Todo parece ser estándar por aquí.

10:35 a.m. Mi instructor me enseña pacientemente las nuevas teorías sobre cómo incrementar la productividad de los operadores (no Doña Juanita-viuda-madre-de-seis, no Don Santiago-que-apenas-puede-caminar-con-esas-condenadas-reumas, no y no. O-pe-ra-do-res). Mi improvisado maestro describe cómo se hacen mediciones y estrategias para asegurarse que el empleado utilice cada segundo de su jornada laboral en beneficio de la empresa. "A veces descubrimos que su capacidad no está aprovechada solamente al 100% sino hasta el 120%"-me dice sonriente.

1:00 p.m. Debo apurarme. Sólo tengo 20 minutos para degustar los deliciosos, hipercalóricos y basados en carbohidratos alimentos. Recuerdo esto. Aprende uno a comer tan rápido que con el tiempo se convierte en un hábito difícil de romper, incapacitándolo para disfrutar cualquier cosa que se lleve a la boca.

3:35 p.m. Las agujas del reloj avanzan con lentitud inmisericorde. Estar atada a una máquina de tortura sería tal vez menos doloroso. Me entrenan acerca de las actividades que voy a hacer. Las conozco, las he hecho antes y siempre son las mismas. Los lunes son iguales a todos los lunes, los martes a todos los martes, etc., etc. ¿Por qué volví al lugar del que el destino me había ayudado a escapar? ¿Qué hago aquí? Cochino dinero. Desearía golpearme la cabeza contra las paredes hasta caer inconsciente.

5:30 p.m. ¡Aleluya! Me dirijo hacia la puerta de salida. Mi día empieza ahora. Le “regalé” una hora extra de mi vida a la empresa para la que trabajo pero eso no importa ahora, ¡soy libre!

5:33 p.m. Llego a mi automóvil. Me duele la cabeza, me siento cansada y deprimida. Mi auto tiene huellas de lluvia y el sol empieza a esconderse. Llovió y no me di cuenta. El sol, que tampoco vi salir, se oculta ahora. Tengo ganas de llorar. No puedo, tengo que picarle al botón que decidirá si mis pertenencias deben o no ser revisadas antes de marcharme a casa.

sábado, 23 de mayo de 2009

Se pronostican heladas...



- Siento como que se enfrió la relación.

Me quedé callada. ¿Cómo podría responder a una afirmación así? Si una semana de distancia es capaz de enfriar una relación entonces me parece que la mentada relación sufre de un problema crónico de hipotermina.

Tenemos 4 años juntas y compartimos cama y casa desde hace un poco más de uno. Es cierto que en sus inicios lo nuestro fue excitante como todo aquello que no se supone que se haga. Luego la prohibición se acabó y tuvimos la suerte de amarnos plenamente, al menos eso pensaba yo hasta que meses atrás, me comunicaste que se te habían mudado las mariposas -seguramente en busca de otras entrañas que invadir- y ya no sabías cómo seguir sin ellas.

Yo muy zen y muy "terapeada" inhalé profundamente. Recordé entonces lo que un montón de cortaditas en el corazón me habían enseñado tiempo atrás: nadie es de nadie. Te dije que eras libre de agarrar tus triques e irte pero no quisiste. Dijiste que era una cuestión de ignorancia, no de falta de amor y que la sola intención de permanecer a mi lado, a pesar de la ausencia de insectos en tu interior significaba ya un cambio. Nuestra vida juntas continuó.

Hace dos meses tomé una de las decisiones más duras de mi vida: dejarlo todo por acompañarte en tu ruta. En un principio, me aterraba la idea de dar hasta quedarme sin nada, pero de algún modo escondí ese miedo en lo más profundo de mí y te seguí voluntaria y conscientemente.

Recién pasamos una semana separadas, la primera de nuestra vida juntas, la primera semana tuya sola, en años. A mí me dolió la distancia y a tí te sorprendió que no te doliera tanto como esperabas. Mi cuerpo tenía sed de acariciarte, de besarte y el tuyo estaba frío, lejano.

Hoy me dices que 5 días le bajaron la temperatura a nuestro amor y aquel temor oculto surge oscuro, asfixiante. Resuenan en mi mente las palabras de mi amiga Vera que sufre los tormentos de su propia ella: "¿Será que esto es lo único que hay?".


Por favor no me hagas pensar porque por pura coherencia, voy a tener que obedecer las reglas que yo misma me he impuesto y la verdad, no quiero hacerlo.