domingo, 28 de noviembre de 2010

Moving on


"Deja de adquirir cosas, no te vas a quedar".

Lo escuché fuerte y claro una tarde que llegué con los brazos cargados de cosas compradas para mejorar mi nuevo hogar. Al principio pensé que era yo misma quien me lo decía. Me sentía triste y perdida y con irrefrenables deseos de volver a casa, a mi ciudad, al amor incondicional de mi familia y amigos. Días después me convencí de que podía lidiar con esta ciudad, con la soledad y con la tristeza por mi misma, más aún con otra mujer susurrándome al oído -no sin dobles intenciones, claro- lo hermosa, inteligente y valiosa que soy.

Hoy estas palabras resuenan en mi mente nuevamente, sólo que mis ganas de huir a casa, me necesidad de ocultarme en los brazos de alguien que me ame y mis ganas de castigarla con mi mudanza, han desaparecido.

No sé si mi mente mi traiciona, no sé si me mudaré a otra ciudad o cuándo será eso, lo que sí se es que no voy a comprar nada más.

I really need to move on.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Para tí

Cogiste con ella en nuestra cama.


La cama en la que pasamos tantos momentos de placer; en la apenas hace unos días llorábamos la una por la otra.

Usaste nuestras sábanas, esas rojas que compramos hace años en un viaje a El Paso, Tx. cuando nos queríamos, cuando todo era excitante y divertido.

Usaste mi almohada, esa nueva que compré para cuando tu mamá viniera de visita, en la que he puesto mi cabeza en las noches en las que, fantaseando con regresar el tiempo, me he quedado a dormir, como una amiga, como una visita.

La colcha azul sobre la que cogiste la compraste para nuestra cama queen size de Torreón ¿recuerdas? Azul porque yo estaba necia con encontrar una colcha azul- verde que sólo existe en mi imaginación.

Usaste mis velas. Las muchas velas de colores que compré para adornar toda la casa, en una de mis muchas compras compulsivas que tanto te desesperaban.

Todas estas pueden parecerte simplemente cosas. Pero eran nuestras cosas. Cada una con su historia, cada una impregnada con un poco de mí y de mi amor por tí.

Esa casa en la que vives y que compartimos por tan poco tiempo está llena de mi. Algunas de mis cosas siguen ahí: los sartenes que usé para cocinarte, las toallitas del baño que yo elegí, el vinagre de vino tinto que quién sabe para qué receta compré, los últimos nopalitos que te preparé mientras regresaba. Mi esencia sigue ahí. No creo que lo entiendas ahora pero pisoteaste todo lo que de mí te regalé; de verdad no te reconozco.

Se que algún día voy a estar agradecida contigo por todos los buenos momentos que compartimos pero no hoy. Hoy lo único que siento es coraje, tristeza, incredulidad y una muy profunda decepción.

A partir de hoy dejaste de existir para mí.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Sin título


A veces cuando pasas por un momento difícil sientes que cada frase dicha en una película, cada canción que se escucha en la radio, cada libro y todo aquello que pueda transmitir una idea ocultan un mensaje sólo para ti. Literalmente sientes que el universo, Dios o Yemayá tratan de decirte algo, bueno, no sólo decirlo, GRITARLO. Hoy vi una película que poco - o nada- tenía que ver conmigo y mi historia y por alguna condenada razón me dejó con la certeza clavada en la mente de que la vida es demasiado breve -¿mensaje divino? ¿autoterapia barata? ¿las voces de mi cabeza?-.

Me puso a pensar en que la vida es dolor y es gozo, y es amor y desamor y cada instante es perfecto y sagrado. Me dieron ganas de dejarme de mariconadas -o marimachadas-, agarrarme los ovarios y seguir adelante. Puedo pasarme los 6 meses a 1 año -según los expertos- llorándo por los rincones a mi "muerto" o me puedo adelantar algunas etapas y vivir de una chingada vez.

No sé, tal vez sea sólo un momento del tipo "acabo-de-salir-de-un-curso-motivacional-y-me-como-al-mundo-yo-solita" pero por ahora, ya me dio flojera seguir chillando.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Tres semanas


Hoy hace tres semanas mi vida como la conocía cambió por completo. Todo lo que creía, todo lo que era verdadero para mi dejó de serlo en un momento. El piso perdió su firmeza y el futuro dejó de ser cierto; la que creía mi familia se extravió y mi casa dejó de serlo. Mi concepto de fe se derrumbó.

Hoy vivo en otra casa, prácticamente en otra ciudad; cohabito con otra especie y duermo en el centro de la cama. Aquello que hace tres semanas era tan real hoy parece un sueño lejano. La que era ya no soy.

Estoy como en un retiro de silencio; conmigo de única compañía, curándome el corazón, añorando a la que fui, deseando que nunca hubiera existido.