domingo, 31 de octubre de 2010

Hogar



Las cosas más comunes, las más cotidianas se vuelven invaluables cuando ya no están: un cuerpo tibio al otro lado de la cama, una sonrisa de bienvenida al llegar a casa, una mirada que lo comunica todo, la cercanía a un brazo de distancia. 

Mañana es el día que elegí para mudarme. No quiero irme. Mi cerebro sabe que es la mejor alternativa pero mi corazón está seguro de que su cuerpo es mi hogar.

"Tu cuerpo es mi hogar,
el refugio en donde habito,
en las noches frías,
desiertas de estrellas,
me estrecho y me cuelo
por el hueco de tu pecho.

Tu cuerpo es mi hogar,
el asilo que me acoge
en las noches de tormentas,
bajo el resonar de los truenos,
me acurruco dulcemente
en el surco de tus brazos.

Tu cuerpo es mi hogar,
el cobijo que anhelo.

Cuando estoy lejos de ti
sin sentir tu corazón,
las noches son eternas,
frías,
gélidas,
sin estrellas,
noches de tormentas".
Anónimo
Tengo frío por dentro.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Nada te turbe


A veces casi me siento bien: trabajo, río, respiro, vivo. Sin embargo hay momentos en los que un pensamiento, una canción -adios Eugenia-, una palabra o una sonrisa la traen por un instante suficiente para ponerme a llorar como una niña.

Quisiera que el tiempo pasara rápido y encontrarme dentro de un año donde ya no me duela, donde ya no me sienta asfixiada por la tristeza. Anhelo el mañana pero le tengo miedo, porque sé que las más oscuras de mis noches están apenas por venir.

Se terminó el conteo. Me mudo en una semana.

"Nada te turbe, nada te espante, todo pasa..."
Santa Teresa de Ávila

sábado, 23 de octubre de 2010

Día #6




Tengo la necesidad de buscar algo, no sé qué. Algo en sus brazos, en su boca, en sus manos, en el aroma de su piel, en su presencia del otro lado de mi cama. Algo.

Intento besándola, pero lo que busco no está ahí. Peor aún, no la reconozco, no me reconozco. Intento hundirme entre sus brazos, nada. Ya no reconozco el aroma de su piel. La conexión se rompió sin remedio.

Tengo ganas de llorar y lloro. Luego quiero que se vayan las lágrimas, podrían escaparse todas y ahogarme y no me da la gana. Pero luego, cuando la nada me invade quiero que regresen y me ayuden a encontrar eso que busco que sabe Dios qué es.

-Por favor no te duermas. Te extraño mucho cuando te duermes.
-Deja de buscar.

"Pero no te extraño, hay veces que sueltan,
dentro de mi cuerpo, todos los delfines y
dos lobos marinos y como diez pingüinos
a hacer de las suyas creyéndome tuya
y yo no te extraño, me da mucha sed,
hasta que las bestias se duermen al bies".

Pero no te extraño. Liliana Felipe.

viernes, 22 de octubre de 2010

Día #5

-Cupido y psique. Museo del Louvre. Ella, diciembre 2007-

Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.

Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.

Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.

Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos,
sólo locos, sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas temblorosos,
hambrientos, a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse. Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.

Los amorosos. Jaime Sabines.

Día #4




Esto ha sido una montaña rusa de emociones. He pasado de la furia al llanto, de la alegría a la frsutración, como si mis neurotransmisores me hicieran una broma cruel.


Ayer se me cruzaron mi ciclo feliz y mi estúpida clase de tanatología con resultados nada buenos. Salí de clase reflexionando acerca del amor incondicional, la importancia de vivir el "aquí y el ahora" y esas tonterías que de poco sirven en la vida cotidiana hasta el punto que, intoxicada de tanta conexión con el universo, fui a su casa - ¿mi casa? ¿nuestra casa?-.


A modo de preparación, mientras manejaba consideré los distintos escenarios: a) no encontrarla, b) encontrarla cogiendo con la otra, c) encontrarla durmiendo placidamente, d) encontrarla llorando por los rincones por mi ausencia. Ah como me hubiera gustado la opción d). La encontré dormida y sola. Hablamos un poco. Sólo quería decirle que yo pensaba que era una buena persona con malas decisiones y que volviéramos o no, todo sería perfecto - maldita serotonina-. Me invitó a dormir -lamentablemente sólo a dormir- y pasamos la noche juntas, abrazadas como si no hubiera cogido con otra a mis espaldas apenas la semana pasada.


Hoy, ya desconectada del amor universal y esas mariconadas, me siento estúpida y expuesta. ¿Qué no era yo la parte ofendida? Es verdad que me ha estado llamando pero fui yo -¡yo!- la que se apareció en casa como si perdonara y olvidara todo. ¿Será que soy un irremediable caso de "delirio de tapete agudo"?


Mi diagnóstico es que tuve una crisis de "extrañamiento" empeorada por un profundo deseo de regresar a ser la era, de sentirme bien, de encontrarme un lugar en el mundo.


Ni modo, lo hecho hecho está.

jueves, 21 de octubre de 2010

Día #3 Rememorando



El viernes pasé toda la tarde con ella - no Ella, la otra ella-, bebiendo y riendo. Tan bien la estábamos pasando que decidimos seguir la parranda como si fueran las 10 de la noche y el sol no estuviera por salir. Ya en el antro pasamos toda la noche hablando - ¿qué puedo decir? se me da lo pseudo psicóloga en cualquier lugar-. Me contó su vida entera, su primer amor, su primer engaño, la aventura que fue descubrir el cuerpo de la primera mujer de su vida, todo. Pensé que nos estábamos haciendo amigas. Su juventud y su chispa me inspiraban ternura. Tres días después estaba cogiendo con Ella. Mi Ella. La que compartió mi cama por casi 4 años, la que significaba mi mundo.


No puedo entenderlo, aunque tampoco puedo juzgarlo porque hace más de 4 años yo estaba haciendo exactamente lo mismo. No puedo dejar de preguntarme qué pasaba por mi mente en aquel momento. ¿Es que en ningún momento pensé en la dueña del cuerpo que estaba acariciando? ¿O lo pensé y no me importó? ¿Cómo justifiqué ante mi misma el herir a alguien más de esa manera? ¿O es que la búsqueda de la felicidad lo perdona todo? Si hubiera sabido en aquel entonces lo que sé ahora, ¿hubiera actuado igual? Si hubiera sabido que en algún lugar otra mujer estaría quemándose por dentro de dolor, de incredulidad, de angustia, de pérdida, ¿hubiera estado dispuesta a ser la causa de aquel fuego?


Hoy sólo sé que tenía una costosa deuda y ya la pagué.

martes, 19 de octubre de 2010

Día #2




Estoy en casa de la incauta, en una cama que, ofrecida con cariño y generosidad, no es la mía. Odio sentirme fuera de casa y sin embargo aquí estoy, pagando el pecado que no cometí, o sí lo cometí, no me tocó ni un trozito de orgasmo de los que Ella vivió en el festejo del cuerpo nuevo.


Quisiera regresar el tiempo algunas horas, unos días, tal vez unos años, al momento justo en que me gustaron sus ojitos y sus redondas nalgas para correr despavorida en sentido contrario. Deberían colgarle un aviso: PELIGRO. PRODUCE FUERTES DOLORES Y ENVENENAMIENTO MORTAL DESPUÉS DE 4 AÑOS DE USO CONTINUO.


En momentos como una amiga querida decía siento que "podría salir a matar", o ya mínimo abrirme por la mitad y raspar la oscuridad que me recorre y me intoxica. Podría tirarme por una ventana, pero luego quién sabe de dónde viene una calma que se parece más al aturdimiento que a la paz.


Otro cuerpo. Otros pezones. Otros labios. Mínimo me hubiera invitado chingado.

lunes, 18 de octubre de 2010

Día #1




Acabo de terminar mis maletas. Empaqué ropa suficiente para dos semanas en las que Ella y yo tedremos tiempo para pensar en lo que queremos. Oficialmente desde hoy y durante dos semanas al menos, estoy soltera. "Puedes coger con quien quieras" me dijo Ella, aunque más bien me sonó a "Voy a coger con quien quiera".


Esto de "darnos un tiempo" me parece una reverenda pendejada, una forma de evadir la decisión que muy en el fondo ya se tiene tomada. Dio tanta lata con eso que aquí estoy, empacando para mudarme con una pobre incauta que ni la debe ni la teme, durante dos semanas enteras. Ah porque Ella quiere "estar sola, saber qué es lo que significa no encontrar a nadie al llegar a casa, cocinarse y hacerse todo sola". Cualquiera diría que soy el ama de casa perfecta excepto porque nunca llego antes de las 7pm (cosa que me recrimina constantemente), prácticamente cenamos cereal todos los días y no lavo ni plancho ni aunque me quemen los pies. Sus justificaciones suenan a excusas para coger con quien quiera bajo la protección del tiempo fuera. Y yo que estoy incapacitada para besar a cualquiera y que sólo puedo coger cuando confío. Son chingaderas.


¿Yo que siento? Veamos. Enojo, coraje, rabia, cinismo venenoso. Me causa gracia que esté tan convencida de que "vamos a volver" cuando yo lo único que quiero es reventarle los vidrios a su carro con un bat de beisbol.


¿Y a qué viene todo esto de la ruptura repentina? De entrada me mintió para cogerse a otra. De salida los 4-5 años juntas nos matan de aburrimiento. Eso es todo.