martes, 19 de octubre de 2010

Día #2




Estoy en casa de la incauta, en una cama que, ofrecida con cariño y generosidad, no es la mía. Odio sentirme fuera de casa y sin embargo aquí estoy, pagando el pecado que no cometí, o sí lo cometí, no me tocó ni un trozito de orgasmo de los que Ella vivió en el festejo del cuerpo nuevo.


Quisiera regresar el tiempo algunas horas, unos días, tal vez unos años, al momento justo en que me gustaron sus ojitos y sus redondas nalgas para correr despavorida en sentido contrario. Deberían colgarle un aviso: PELIGRO. PRODUCE FUERTES DOLORES Y ENVENENAMIENTO MORTAL DESPUÉS DE 4 AÑOS DE USO CONTINUO.


En momentos como una amiga querida decía siento que "podría salir a matar", o ya mínimo abrirme por la mitad y raspar la oscuridad que me recorre y me intoxica. Podría tirarme por una ventana, pero luego quién sabe de dónde viene una calma que se parece más al aturdimiento que a la paz.


Otro cuerpo. Otros pezones. Otros labios. Mínimo me hubiera invitado chingado.

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