jueves, 18 de noviembre de 2010

Para tí

Cogiste con ella en nuestra cama.


La cama en la que pasamos tantos momentos de placer; en la apenas hace unos días llorábamos la una por la otra.

Usaste nuestras sábanas, esas rojas que compramos hace años en un viaje a El Paso, Tx. cuando nos queríamos, cuando todo era excitante y divertido.

Usaste mi almohada, esa nueva que compré para cuando tu mamá viniera de visita, en la que he puesto mi cabeza en las noches en las que, fantaseando con regresar el tiempo, me he quedado a dormir, como una amiga, como una visita.

La colcha azul sobre la que cogiste la compraste para nuestra cama queen size de Torreón ¿recuerdas? Azul porque yo estaba necia con encontrar una colcha azul- verde que sólo existe en mi imaginación.

Usaste mis velas. Las muchas velas de colores que compré para adornar toda la casa, en una de mis muchas compras compulsivas que tanto te desesperaban.

Todas estas pueden parecerte simplemente cosas. Pero eran nuestras cosas. Cada una con su historia, cada una impregnada con un poco de mí y de mi amor por tí.

Esa casa en la que vives y que compartimos por tan poco tiempo está llena de mi. Algunas de mis cosas siguen ahí: los sartenes que usé para cocinarte, las toallitas del baño que yo elegí, el vinagre de vino tinto que quién sabe para qué receta compré, los últimos nopalitos que te preparé mientras regresaba. Mi esencia sigue ahí. No creo que lo entiendas ahora pero pisoteaste todo lo que de mí te regalé; de verdad no te reconozco.

Se que algún día voy a estar agradecida contigo por todos los buenos momentos que compartimos pero no hoy. Hoy lo único que siento es coraje, tristeza, incredulidad y una muy profunda decepción.

A partir de hoy dejaste de existir para mí.

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