
Maldito ego, es tan débil. No necesita de gran cosa para sentir que se le aflojan las piernas: una mirada, un par de palabras bonitas. Esta semana mi ego ha recibido demasiados piropos como mantener la cordura, y lo peor es que no sé si es una cuestion de vanidad o una consecuencia de la rutina.
Todo empezó con aquel baile inofensivo. La verdad es que la dejé hacer, la dejé acercar su cuerpo al mío en medio de la música y todo bajo la excusa de que su gusto no es correspondido y de que un baile no significaba más que un "pequeño obsequio". Sólo empeoré las cosas. Su insistencia es mayor que antes y entre mi calentura, la ausencia de Ella ahora que está de vacaciones -de su trabajo y de mí-, y las rodillas débiles de mi ego, me ha costado un enorme trabajo resistirme. Sería tan fácil... y tan asquerosamente deshonesto.
Ya lo dije, mi alma es de piruja, no de infiel.
Bendita sea el agua fría.
Ya lo dijiste. El ego es un cabron.
ResponderEliminarYa sé, ¡cha-le!
ResponderEliminarConmigo el agua fría no es opción... pero bueno, siempre hay otras formas.
Buen inicio de semana